EL ESCRIBANO O AMANUENSE

Las escrituras dicen del profeta Jeremías: " Antes que te formase en el vientre, te conocí, y antes que nacieses, te santifique, y te di por profeta a las naciones ( Jeremías 1:5 ).
Lo mismo se puede decir del apóstol Juan, no hay duda que fue escogido por Dios para ser receptor de esta maravillosa revelación de Jesucristo, fue una elección acertada.
El interés de Juan en el cordero de Dios, nació en el río Jordán, cuando él y Andrés, discípulos de Juan el bautista, oyeron que éste decía de Jesús: " He aquí el cordero de Dios que quita los pecados del mundo ".
Siguieron a Jesús y pasaron varias horas en conversación particular con El, no tenemos idea de lo que se dijo, pero sabemos que de esta conversación salieron totalmente dedicados a Cristo y a su causa.

Juan se enamoró de Jesús, y al pasar el tiempo este amor fue creciendo hasta transformarse en una devoción avasalladora, y hallo respuesta en el corazón del maestro.
Fue Juan el que reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús en la ultima cena, a Juan le fue permitido presenciar la gloria de la transfiguración, formaba parte del pequeño circulo intimo en el jardín de Getsemami.
Solo Juan siguió a Jesús en la sala del juicio del sumo sacerdote, y fue el que consiguió permiso para que Pedro entrara en el patio.
Cuando Jesús colgaba agonizante de la cruz, no sabemos de ningún otro discípulo que estuviera a su lado, sino Juan, y fue allí que el amor del maestro para Juan, fue expresado en el encargo de que cuidara de su madre, Maria.

Cuando Jesús apareció a sus discípulos la noche de su resurrección y les dijo: " Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy, palpad y ved " ( Lucas 24:39 ).
Fue probablemente Juan que cogió entre sus dos manos las manos traspasadas del divino salvador.
Muchos años después, con el recuerdo, todavía fresco en su memoria, el discípulo amado escribió: " Y palparon nuestras manos tocante al verbo de vida " ( 1 Juan 1:1 ).
Si, Juan estaba preparado de un modo extraordinario, tanto desde el punto de vista emocional como espiritual para que se le confiara esta gran " Revelación de Jesucristo".

A la luz de su privilegiada relación con Jesús, es a la vez interesante e indicador de su carácter, que al trasmitir este mensaje del cordero a las siete iglesias de Asia, se refiriera a sí mismo como el siervo de Cristo.
Aparte de la tradición, sabemos muy poco de las circunstancias que llevaron a Juan a su exilio, en patmos.
Por su testimonio sabemos que había sido víctima de la implacable persecución de Roma contra todos los que daban testimonio de Jesucristo y proclamaban la palabra de vida.

Probablemente la mayor calamidad que le acaeció durante su experiencia del exilio, fue el verse separado de sus amados hijos en la fe.
Al recibir esta revelación, este dolor se acentuaría por la acerba reprimenda que tuvo que dirigirles.
En sus breves epístolas, Juan usa ocho veces la expresión " Amados " y nueve la de " Hijitos ".
En esta nueva revelación, Juan usaría diferentes términos de critica, aviso y amonestación,
Con todo el dolor que experimentaría en su papel disciplinario, seria templado por la visión del futuro glorioso de estos amados hijos en la fe, aunque imperfectos y voluntariosos. Shalom.