LOS GOLPES VERBALES

También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.
Santiago 3:6

En muchas familias desintegradas, la causa ha sido el maltrato físico hacia la mujer. Afortunadamente la mujer golpeada está siendo favorecida con más información y apoyo de parte de la sociedad, para que se dé cuenta de que no tiene por qué soportar esa clase de vida. Se le insta a denunciar a su agresor y a hacer ejercer sus derechos. Pero también existen muchas mujeres, cuyos maridos no las golpean, pero practican con bastante regularidad otra clase de maltrato, que es tan o más grave que la agresión física: la agresión verbal.
"Yo sería incapaz de golpear a mi mujer, no soy esa clase de hombre", dicen muchos, pero con sus labios las golpean una y otra vez, cuando les gritan e insultan a sus esposas, cuando les dicen que no sirven para nada, cuando critican todo lo que hace. Un golpe duele y deja una marca roja, que luego se va poniendo morada y luego desaparece y deja de doler. Las palabras hirientes dejan profundas huellas en el alma de una mujer, huellas que nunca se borran, nunca desaparecen y nunca dejan de doler. El autoestima de la mujer víctima de maltrato verbal puede bajar tanto, que puede llegar a desear morir.
Muy importante es también el mal ejemplo que se les da a los hijos, que escuchan impotentes los insultos del padre hacia la madre o viceversa, porque también hay mujeres que ofenden verbalmente a su marido. Los insultos y palabras despectivas de parte de uno u otro de los padres o de ambos, dejan también una profunda huella de amargura en los hijos. Un padre o una madre que ama a sus hijos, debe cuidar todos los aspectos de su propia conducta para no hacerles daño. Los niños pequeños repiten todo lo que escuchan y si lo que escuchan son palabras altisonantes, se acostumbrarán a hablar y a tratar a los demás de la misma manera.
El hecho de estar casados, no les da derecho a los cónyuges a ofenderse verbalmente el uno al otro. Tampoco durante el noviazgo se debe permitir el maltrato verbal. Si esto ocurre, ¡no te cases! El respeto mutuo es una de las cosas a las que se debe comprometer cada miembro de la pareja, desde el noviazgo mismo.
Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así (Santiago 3:9-10) Un cristiano que va a la iglesia y alaba a Dios, no puede llegar a su casa y hablarle con insultos a su esposa. Nuestra conducta en casa o en la calle, debe ser la misma que tenemos dentro de la iglesia los Domingos, porque Dios nos ve y escucha en cualquier lugar.

No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición. 1 Pedro 3:9

Que el Señor os siga bendiciendo, un saludo.