LA AUTENTICA FE Y LA AUTENTICA SABIDURÍA

[Daniel]

Santiago 2:1 “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.”

Santiago 3:12 “Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.”


Santiago presenta cómo se manifiesta la auténtica fe. Esta se ve a través de los hechos, no solamente por palabras. La auténtica fe no hace acepción de personas, siendo engañada con las apariencias.
Cuando una persona alcanza la salvación en Cristo esto es por la fe, pero se demuestra que es auténtica a través de su manifestación en buenas obras. No basta con decir yo creo –dice Santiago- también los demonios creen y tiemblan
(Santiago 2:19) “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.”

Otra manera clara de manifestar la auténtica fe es por la forma de hablar. Con una misma lengua se puede bendecir a Dios y maldecir al prójimo, esa es una contradicción que no manifiesta la auténtica fe.

Aquí Santiago golpea hondo en lo que podemos llamar la fe teórica y la fe práctica. No se puede creer en Dios y no manifestarlo a través de las obras de la vida diaria. Es común encontrar a “creyentes” que en el servicio del culto muestran una vida de fe admirable, sin embargo esa misma persona, luego en su hogar, en el trabajo, con los vecinos, etc., no demuestran la misma actitud de fe a través de las obras, y la auténtica fe cristiana no puede separarse, esta debe manifestarse en todo lugar a través de buenos actos. De allí la sabiduría del dicho popular “tus obras hablan más fuerte que tus palabras”.

A partir de (Santiago 3:13) habla de la auténtica sabiduría. “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.”

La auténtica sabiduría no es la de este mundo, donde los hombres tratan por celos y contienda sacar ventajas propias, sino que viene de lo alto. La auténtica sabiduría hace que el cristiano rompa la amistad con el mundo, porque no puede él basarse en los principios de este mundo que está corrompido.