Deje que Dios libre sus batallas espirituales

por **Evangelista** Dom 14 Abr 2013, 9:22 pm

Fernando Alexis Jiménez

El hecho de que la mujer tuviese 72 años y se enfrentara a cinco ladrones, en un callejón oscuro, en los suburbios de Nueva York, no fue tanto lo que sorprendió a las autoridades sino que esta venerable señora, hizo huir a los maleantes.

Lo hizo sin que, en apariencia, tuviera las fuerzas para vencer a los oponentes.

La historia me llamó la atención porque es la ilustración más apropiada para los guerreros espirituales.

Somos hombres y mujeres tan normales como cualquiera otra persona.

Lo que debe marcar un distintivo, es nuestra dependencia de Dios en oración.

Es el fundamento de nuestras batallas contra el mundo de las tinieblas, y por supuesto, el cimiento de nuestra victoria.

No se concibe un guerrero espiritual que no dependa de Dios, que no lo deje a Él pelear nuestras batallas.

Él es quien debe tomar el control, porque es el Poderoso capitán que va al frente de las filas de sus soldados, que somos usted y yo.

Cumpliendo nuestra misión: guerrear

Los cristianos estamos convencidos que las oraciones cambian el curso de la historia.

Nos asiste la firme convicción—como espero que a usted también—que al elevar nuestro clamor, el Padre nos escucha e incluso, cambia circunstancias en apariencia adversas para asegurarnos la victoria.

Estamos llamados a ganar las batallas cualesquiera que sean, cuando oramos.

Ahora, ese principio universal y bíblico aplica a la batalla que libramos contra el mundo de las tinieblas.

¿Qué debemos hacer con el mundo de lo oculto?

Confrontarlo.

A menos que lo hagamos, Satanás y sus huestes seguirán ganando terreno en medio nuestro.

¿Cuál es nuestra misión? Guerrear.

No podemos hacer otra cosa; y lo hacemos en oración que es el fundamento de nuestra victoria.

Hay una historia que me llama poderosamente la atención y que comparto con usted.

Se encuentra en el primer libro de las Crónicas y habla sobre dos tribus y medio que sobresalieron por su condición de guerreras.

No se conformaban con habitar su territorio; siempre querían más.

Y en esa dirección enfocaron sus esfuerzos.

El cronista bíblico señala que

“Había 44.760 guerreros competentes en los ejércitos de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, hábiles en combate y armados de escudos, espadas y arcos.

Hicieron guerra contra los agarenos, los jetureos, los nafiseos y los nodabitas. ”(1 Crónicas 5:18, 19. Nueva Traducción Viviente)

No se doblegaban por el temor, no se amedrantaban aun cuando hubiese oposición, no volvían atrás.

Eran combativos. Siempre querían más territorio, sin importar que los reinos y tribus que fueran a enfrentar, resultaran más grandes e incluso, poderosas, desde la perspectiva militar.

Se ejercitaban. Eran disciplinados. No daban ―tregua‖.

Usted sin duda es un guerrero espiritual o desea serlo.

Mi recomendación es que haga de la oración un principio de vida.

Es cierto, somos seguidores de Jesús el Señor y como discípulos, procuramos caminar conforme a sus preceptos; sin embargo, oramos. Lo hacemos siempre. No es una opción, es un imperativo.

Oración y confrontación.

Dos fundamentos que van de la mano.

Deje que Dios libre sus batallas espirituales Dtb_211