¿CÓMO DISCULPARSE ?

por **Evangelista** Vie 24 Mayo 2013, 3:58 pm

«Parece que nadie comete errores.

No saben disculparse, cuando decir

“caramba, me he equivocado, no pasará otra vez”

es una cosa estupenda.

La gente, para hablar en plata, no se arrepiente de los pecados, de lo que hace mal o deja de hacer.

Vivimos en un mundo muy competitivo y pensamos que equivocarse significa perder puntos,»

decía María Galiana, la abuela Herminia en «Cuéntame cómo pasó»,

en una entrevista con 20minutos.es.

Haciendo eco de esta incomodidad a la hora de disculparse, un joven explicaba en un foro de Internet su vaivén de emociones en torno a la polémica de pedir perdón:

«Pienso, “¿Cuál es el problema? Sólo le pido perdón y ya está…”

Pero la realidad es que cuando la veo, no puedo.

No sé por qué: creo que es porque nunca le he pedido perdón a nadie.

A veces me pregunto si es bueno o malo. Sólo sé que pedir perdón es lo más difícil.»

Como cristianas no debería ser difícil dar por sentado nuestra tendencia a equivocarnos y nuestra necesidad de enmendar.

Pero sigue constando, porque pedir disculpas conlleva mucho, desde cómo mostrar un arrepentimiento sincero hasta cuándo abordar el tema.

Uno de los asuntos claves es la semántica de la disculpa.

Nuestras disculpas

¿Te has parado alguna vez a pensar en cómo pides perdón? Por un lado, disculparse no es una ciencia exacta; no creo que podamos encontrar unas instrucciones paso por paso en la Biblia sobre cómo pedir perdón. El Señor siempre llama la atención a nuestro corazón, a nuestra actitud interior.

Sin embargo, también nos dice que las palabras que salen de nuestra boca surgen de lo más hondo de nuestro ser. No se trata de decir las palabras correctas, sino de reflejar lo que hay en el corazón:

quebrantamiento, arrepentimiento, humildad.

Resulta importante, pues, prestar atención a nuestras palabras para que sean las portavoces más idóneas de nuestro arrepentimiento.

Maneras de pedir perdón

Indaguemos brevemente en unas maneras comunes de disculparse.

En cada uno de los casos a continuación, alguien ha ofendido a otra persona y está pidiendo perdón.

¿Cuál de las confesiones expresa mejor un arrepentimiento genuino?

Sí, de acuerdo, pero tú…

«Perdóname por ser impaciente. En ese momento tenía mucha prisa, y si me hubieras dejado en paz, no te hubiera contestado de esa manera.»

Reconoce su propio error pero no es capaz de dejar de mencionar la fuente de su irritación.

Suena a justificación más que a disculpa:

No hubiera perdido la paciencia si no hubiera sido por el comportamiento del otro.

Y al justificarse, echa las culpas a la otra persona.

No queda claro quién es el ofensor, quién es el ofendido – y ni siquiera cuál es la ofensa, ya que ha sido provocada.

continua

por **Evangelista** Sáb 25 Mayo 2013, 1:17 am

Bromitas y costumbres familiares

«Perdóname por enfadarme.

Así somos en mi familia.

Je, je, nos tomamos las ofensas muy en serio.»

Aunque esté pidiendo disculpas, en realidad parece otra manera de escurrir el bulto:

se identifica como ofensor pero inculpando también a su familia y así protegiéndose.

El ofendido se queda a la merced de las costumbres familiares del ofensor.

En cuanto a la ofensa, ha conseguido suavizarla con un poco de humor, pero esto puede dar la impresión de que le da poca importancia.

Mucha palabrería

«Perdóname por ser tan ridícula.

He fallado, he pecado contra el cielo y contra ti...

A veces pienso en mi vida y veo mi podredumbre y pienso,

“¿Qué habrá visto Dios en mí para que me haya salvado?”

Y me doy cuenta de que nada, nada ha visto en mí.

Es por su pura misericordia.

Ten piedad y pura misericordia conmigo, te ruego, tal cómo él lo tiene conmigo, porque he pecado contra ti. Soy indigna de tu perdón, lo sé, pero ten benevolencia.»

Se pierde tanto en el mea culpa que al final no se sabe ni por qué está pidiendo perdón.

Y aquí radica el problema:

aunque suene muy espiritual, se está quedando en generalidades que todos sabemos, como que es pecador.

Sin embargo, no ha llegado a la raíz, a la humillación de pedir perdón por su ofensa en particular.

Es más, al exagerar tanto su condición de pecador, el ofendido seguramente acabará consolándole.

El efecto final ha sido reducir el peso de su propia culpabilidad.

El condicional

«Perdóname si te he ofendido.»

En el mundo de las disculpas, ésta está de moda, pero conviene analizarla.

Ese pequeño «si» puede cambiar el sentido de lo que queremos decir.

Con el «si» en realidad comunicamos una de dos: o bien

«Es tu problema que te hayas ofendido» o «No estoy segura de cuál es mi culpabilidad en todo este asunto».

Más que nada, esta breve confesión deja el problema sin resolver porque no queda claro quién tiene la culpa.

Puede que el corazón esté en el lugar correcto, pero puede que estas palabras no sean las mejores transmisoras porque, de hecho, ¡no estamos pidiendo perdón por nada!

No queda claro quién es el ofensor, quién es el ofendido y cuál es la ofensa.

Esta disculpa podría sonar mejor si cambiara a: «Perdóname por ofenderte en…».

Más escueto imposible

«Lo siento.»

Existen ocasiones en las que un simple «lo siento» es más elocuente que cualquier otra confesión.

Sin embargo, puede surgir un problema de comunicación:

¿Qué es lo que sentimos? ¿Las consecuencias de nuestro pecado o el pecado en sí?

Adicionalmente, en este caso tampoco llegamos a pedir perdón precisamente, un paso tan importante en la restauración.

En esta confesión tampoco queda claro el ofensor, el ofendido y la ofensa.

El meollo del asunto

«He estado pensando en cómo me he comportado a lo largo de este tiempo y me doy cuenta de que he estado muy equivocada. Sólo he estado pensando en mí misma. ¿Me perdonas por haber sido tan egoísta?»

Esta disculpa se lleva cinco estrellas por las siguientes razones:

«He estado pensando»:

Muestra sensibilidad, profundidad… Ha estado meditando en lo que ha ocurrido, y le importa.

«He estado muy equivocada.»

Se centra en su propia responsabilidad, en su propio pecado.

Sabe apartar lo que haya hecho la otra persona.

«Sólo he estado pensando en mí misma… haber sido egoísta.»

Va más allá de los hechos al meollo del asunto, y lo identifica: su egoísmo.

Es muy acertado confesar las actitudes equivocadas antes que las acciones equivocadas.

Las actitudes equivocadas suelen ofender y herir más que las palabras o las acciones, porque éstas últimas son expresiones de las actitudes.

Es más, si la actitud ofensiva no se corrige, el ofendido percibe por instinto que lo más seguro es que vuelva a caer en lo mismo.

«¿Me perdonas por…?» Pide perdón concretamente y da la oportunidad a que el ofendido responda y perdone (aunque hay que recordar que puede que no sea en ese momento).

Como dice el Dr. Aarón Lazare en su libro On Apology, la anatomía de la disculpa se puede dividir en cuatro partes identificables:

1) el reconocimiento;

2) la comunicación de remordimiento y otras actitudes relacionadas;

3) explicaciones;

y 4) reparaciones. Adicionalmente, si nuestra confesión incluye una plena identificación del ofensor, el ofendido y la ofensa en cuestión, vamos por buen camino.

sinquio

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