¿Sientes que tu matrimonio está suspendido de un hilo a punto de romperse?

Bendiciones, sigue leyendo , Dios bendiga a los matrimonios rotos , y los restaure , Amén.


Dos testimonios que serán de bendición a tu vida ,



MI TESTIMONIO


Siendo el pastor de una iglesia en Colombia caí en tentación y cometí adulterio.
Caí muy bajo, llegando al extremo de abandonar a mi esposa y mis dos
hijas, debido a una adicción sexual. Esto ocurrió porque, aunque era un
pastor, tomé decisiones basado en lo que sentía y no en lo que Dios
decía. Después de una sucesión de errores muy serios, destruí mi
familia. Los sentimientos de rechazo, culpa y baja autoestima me
atormentaban de día y de noche.

Pero le doy gracias al Señor por mi preciosa y fiel
esposa Liliana, quien a pesar de mis actos, decidió creerle al Señor y
oró, junto a un ejército de guerreros de oración, por mi libertad. ¡Dios escuchó sus oraciones! Él abrió mis ojos y me permitió ver la luz al final del túnel
de oscuridad en el que me encontraba atrapado. Entendí que la única
opción que tenía era volver mis ojos a Jesús; fue precisamente en ese
momento en que me arrepentí y confesé mi pecado.




Como consecuencia de esta decisión, Dios me devolvió mi esposa e hijas.
Esto ocurrió hace cinco años, momento en que tuve el privilegio de
iniciar, junto con mi familia, un hermoso proceso de restauración en un
lugar llamado Dunklin Memorial Camp, en los pantanos de Okeechobee,
Florida. En este lugar, el Señor restauró mi relación con Él, con mi
esposa y con mis hijas, y además ubicó mi autoestima en el lugar
adecuado. Me liberó de la culpa, la vergüenza y la condenación. Con su
guía, he aprendido a ser un mejor esposo y padre y nos entregó a mi esposa y a mi un ministerio en el que ayudamos a hombres y mujeres con problemas de adicciones
quienes, como yo, decidieron volver su rostro al Señor y encontrar la
hermosa luz que se lleva la culpa y que trae la paz y el gozo tan
deseados y que solo Él nos puede dar.





TESTIMONIO (Mi Esposa)


Durante muchos años me sentí abusada, desplazada y continuamente rechazada; para mi esposo siempre había cosas más importantes que yo. Traté de muchas maneras que mi vida fuera diferente
pero mi enfoque siempre fue que mi esposo cambiara. Pensé, “si me
viera mejor físicamente, tal vez entonces él cambiará.” Entré a un
gimnasio, bajé de peso, luego subí de peso, me volví rubia y me dejé
crecer el cabello, luego volví a tener el cabello negro y me lo corté,
me propuse ayudar con las finanzas, me involucré hombro a hombro con él
en el ministerio, me volví muy cariñosa, romántica y detallista. Mi
objetivo máximo era ganar su atención, sentirme amada, aceptada y
valorada, pero nunca nada fue suficiente, nunca yo fui suficiente.
Todas estas fueron estrategias que desarrollé con el propósito de que
mi esposo se sintiera agradado hacia mí y cambiara. No me detenía en la
sucesión de intentos para transformar su corazón, eso demuestra que
realmente no estaba confiando en Dios sino en mí misma para cambiar mi
esposo y sostener mi matrimonio.

El cambio de él era mi esperanza de vida. ¿Qué ocurrió? Después de mucho tiempo, mucho rechazo, dolor y desgaste emocional, espiritual y físico, mi esposo decidió abandonarme e irse tras otra mujer.
Realmente le pedía a Dios que me llevara porque no soportaba tanto
dolor. El analizar que había dado siempre lo mejor de mí y que lo mejor
de mí me había llevado al fracaso, era un dolor inmanejable, y además,
acababa de ser tirada a la basura…sinceramente lo único que deseaba era
morir. Pero gracias a Dios llegó un buen día en el que decidí pelear
por mi vida y pasar al otro lado de la tormenta, donde me esperaba una
nueva vida prometida por Aquel que es fiel y cumplidor de promesas. ¡HAY ESPERANZA! ha sido un instrumento fundamental en mi restauración y hoy puedo decir que tengo una vida, una verdadera vida.