!Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!

El Señor estaba viviendo sus últimos días aquí en la tierra, quedaban pocas horas para atravesar su momento más amargo : uno de los suyos lo traicionaría, todos iban a dejarle, sería golpeado, escupido, burlado, y finalmente moriría en una cruz de verguenza y maldición.

Él sabía todo esto que iba a acontecerle, y en vez de estar turbado, triste, quejoso o apesadumbrado, le dice a sus amados :

! Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua !

Era tal el deseo de vivir en intimidad con los suyos esa pascua, de instituir algo que perduraría a través de los siglos en la iglesia, que dejó de lado cualquier pensamiento de tristeza y desolación.

Muchas veces cuando venimos a la iglesia, se nos insta a dejar de lado los problemas de la semana, las preocupaciones, a concentrarnos en la alabanza y la adoración que nuestro Dios merece.

Y la pregunta es ¿ podemos hacerlo? Tal vez tengas problemas económicos, alguna enfermedad, conflictos familiares, asuntos sin resolver en tu vida: todos tenemos algo que nos gustaría que fuera distinto; pero nada de esto debe interferir en tu relación con Dios, en el gozarte delante de su presencia, en alegrarte de que te da un nuevo día para disfrutar.

Esto no es ser hipócrita, ni ser un robot sin sentimientos, ni ser una fresca a la que nada le importa. Esto es lo que Dios pide y quiere de nosotros, y de lo que Jesús nos dejó ejemplo.

El Salmista dice
Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.

Jesús en su hora más difícil se alegró de poder comer la pascua con sus discípulos.

Que nada ni nadie te prive de alegrarte y gozarte en medio de la congregación :

allí está la Presencia del SEÑOR, allí hay libertad, allí hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre.

Amén

Autora: Evangélista