De la nada no puede originarse el universo

Nota: Este tema demuele los bastiones del pensamiento ateísta. 

     El ateísmo enarbola su pendón; "venimos de la nada y vamos hacia la nada".

     Tristemente no disciernen el error lógico de este razonamiento. Porque la nada por definición es nada, es decir, es tan estéril como la muerte. Así que de ella no puede provenir ni materia, ni energía, ni formas de vida.

     El desarrollo de conceptos como el teorema de los monos infinitos; hace pensar que es posible que el azar sea el formador, de toda ley física y también del universo, si cuenta con el tiempo suficiente para hacerlo. Y es que tal teorema es una demostración matemática, de que si un número infinito de monos teclearan cada uno en una máquina de escribir, durante una cantidad de tiempo infinito; lograrían escribir cualquier obra de William Shakespeare. Lamentablemente la demostración es falenciosa, porque si bien el teorema está basado en un cálculo probabilístico correcto, no toma en cuenta la segunda ley de la termodinámica. Y debería de tomarla en cuenta; porque la segunda ley de la termodinámica nos dice: "La cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo". Así que de modo inverso: "La cantidad de orden del universo tiende a disminuir en el tiempo". Aparte hay que tomar en cuenta que los monos infinitos, obviamente ocuparían un espacio infinito, que por sí solo equivale a un tiempo infinito (esta bi condicionalidad se puede expresar de la siguiente forma; e infinito ≡ t infinito). Entonces es ilógico afirmar que con tiempo infinito el azar puede ordenar formas complejas; pues con tiempo infinito el azar tiene más espacio para desordenar. A menos que los susodichos monos infinitos; tecleen en un universo sin entropía. Pero de ser así el caso; tal evento no se daría en un cosmos como en el que vivimos, y el azar no podría existir, en un espacio-tiempo de tal naturaleza. Por lo tanto, aunque el azar si puede crear; porque implica ciertos grados de orden en sentido inverso. Lo cierto es que sus creaciones son breves y mal logradas; por causa de la segunda ley de la termodinámica.

     Se ha intentado validar el teorema de los monos infinitos, con la ayuda de las computadoras, y con programas que simulan una enorme cantidad de monos mecanógrafos. Pero solo se han obtenido breves líneas defectuosas; de las obras de William Shakespeare (el azar puede crear hasta cierto punto; porque implica grados de orden en sentido inverso). Y por supuesto que los adeptos la noción de los monos infinitos, ven estos resultados como alentadores, porque piensan que solo se requiere de tiempo; para que los virtuales monos azarosos escriban completa la obra. El detalle es que ninguna computadora cuenta con la memoria y el procesador, que soporte una población virtual de monos infinitos, y si existiera su programación se degradaría casi inmediatamente (probablemente entre los 10 a la -36 y los 10 a la -12 de segundo, debido a que esta cantidad de tiempo, está directamente proporcionada con el rango de tiempo que duro del campo inflacionario universal; y en el cual a su término le corresponde un máximo grado de entropía). Porque a mayor cantidad de monos; más rápida sería la degradación en el tiempo. Así las cosas, entendamos que con el paso del tiempo, la simulación virtual se degrada, al igual que pasaría en el mundo real. Y aun usando una modernísima computadora cuántica; que disminuye el tiempo de procesamiento y aumenta la capacidad de almacenamiento; la degradación se presentaría e incrementaría inevitable.

     Luego se comprende que el teorema de los monos infinitos, es un cálculo y también un argumento vano, para quienes le atribuyen al azar la capacidad de crear. Pues en este cosmos el progresivo incremento del desorden; hace de este concepto un mero ejercicio para el razonamiento. Porque aunque sus cálculos probabilísticos son correctos, solo son aplicables en un universo diferente al nuestro, en donde la entropía brilla por su ausencia, lo cual también implicaría la ausencia del azar. Así que sin afán de ofender a nadie, pero para poner las cosas en su lugar, digamos que el teorema de los monos infinitos; es una mona demostración del nivel del intelecto humano.
  
     El origen de la confusión del pensamiento ateísta; es que la falta de información (cada ciencia humana estudia un aspecto parcial de nuestro cosmos, así que una noción correcta en un contexto determinado de estudio, puede ser insuficientemente correcta en otro contexto de estudio; que integre los conocimientos de varias ciencias), los malos entendidos (confundir la palabra "causalidad" con la palabra "casualidad"; es tan equivocado como pensar que el azar puede crear orden; porque por definición el azar es desorden, y el desorden ciertamente es entropía, que se incrementa con el paso del tiempo), el uso falencioso de la lógica y las matemáticas (una falencia no es un error en una demostración matemática, sino que es una insuficiencia de datos, conduce a hacer una conclusión igual de insuficiente; por ejemplo; el teorema de los monos infinitos cuenta con cálculos probabilísticos correctos, pero no considera la segunda ley de la termodinámica, que en este universo afecta a todo sistema termodinámico), el no usar pensamiento alternativo (el pensamiento lineal es limitado porque es unidimensional, así que al añadir una alternativa lateral, se extiende un área de pensamiento y este se hace bidimensional; y al agregar otra alternativa lateral, se extiende un volumen de pensamiento y este se hace tridimensional; y así con cada alternativa se alcanza un entendimiento súper dimensionado de un asunto), la cerrazón determinista, los prejuicios, y el orgullo; pueden alejarnos de la expectativa que se notifica en 2da de Pedro 3: 13 al 18 (ver también Isaías 65: 17, Isaías 66: 22, y Revelaciones de Juan 21: 1 al 8).

     Así las cosas, el comprender que el azar no tiene la capacidad para haber formado el universo, nos conduce a considerar que "el observador universal que elige opciones", es mucho más que una herramienta racional de la Física de Einstein.


¡Saludos!