La Voz entre la Nube, el Ángel en la Nube, y el Hombre vestido con lienzos.

Por el testimonio de dos o tres testigos se juzgarán todos los asuntos (2da de Corintios 13: 1, y Juan 8: 17).


     Para despejar cabalmente, el misterio de la Voz que Moisés escucho entre "la Nube", hay que leer Mateo 17: 1 al 9. Porque en esta porción se específica que Pedro, Jacobo y Juan; al séptimo día o luego de seis días de la promesa de Mateo 16: 28 (la promesa de presenciar la venida de Yahshúa en Su Reino), atestiguaron proféticamente su cumplimiento cuando fueron ascendidos a un Monte Alto (Mateo 17: 1), en donde "la Nube" los cubrió y escucharon La Voz del Padre (Mateo 17: 5).

     Tal afirmación es confirmada en 2da de Pedro 1: 16 al 18, puesto que el apóstol Pedro indica que han dado a conocer la venida del Señor Jesucristo (se refiera a sí mismo, a Jacobo, y a Juan), habiendo sido testigos presenciales de Su Majestad en Su Venida (2da de Pedro 1: 16, y Apocalipsis 14: 1).

     El mismo apóstol también específica; que Señor recibió Honor y Gloria del Padre (Abba no comparte Su Gloria o Resplandor, porque esta irradia de Él mismo, lo cual implica que el Hijo está entrelazado con el Padre), cuando La Voz fue enviada a Él desde el magnífico Resplandor (o cuando La Voz fue transmitida a Él desde "la Nube iluminada"), haciendo Eco o Resonando en el resplandeciente Cuerpo de Yahshúa (2da de Pedro 1: 17, y Mateo 17: 5 y 2). Pedro además aclara; que cuando estaban junto al Maestro en el Monte Alto (2da de Pedro 1: 18, y Mateo 17: 1), comprendieron que la Voz enviada al Señor decía: "Este es mi hijo amado en el cual me complazco, a Él deben oír" (2da de Pedro 1: 18, y Mateo 17: 5).

     Entonces Yahshúa Ha Mashíaj es la Voz reproducida de Yahweh Elohim (en hebreo "voz del cielo" es "bat-kol"; que literalmente significa "hija de una voz"), o el Eco de Su Voz en un cuerpo-templo concreto (necesariamente se necesita un objeto material; para reflejar físicamente el sonido y la luz), o la Retransmisión de Su Voz desde el Monte de Sion en la Loma de Jerusalem. Y esta unidad indivisible entre La Voz del Padre y la Voz del Hijo; es semejante a la de una persona que habla en un micrófono, y su voz que se escucha en una bocina, porque esta última es una reiteración de la voz de la persona. Así que ambas voces en realidad son una sola, aunque ciertamente la de la bocina es un eco, que se deriva de la voz de origen (Juan 14: 8 al 31).

     Por otro lado, el misterioso "ángel en la nube" en Revelaciones 10: 5 al 7; nos refiere a Daniel 12: 5 al 9, y por supuesto a Ezequiel 9. Y tal referenciación que se implica al final de Revelaciones 10: 7, se confirma porque el acto de Revelaciones 10: 5 al 7, es el mismo descrito en Daniel 12: 5 al 9. Lo cual se correlaciona con la porción de Ezequiel 9, gracias al común denominador del misterioso "varón vestido de lienzos", que sin duda es revelado en la porción de Juan 19: 40; porque los lienzos se usaban para sepultar.
    
     Así que el sellado o misterio de Daniel 12: 9, es roto o revelado, con la muerte y resurrección del "varón vestido de lienzos" (quien es uno con el Ángel o Enviado, y que también es Hijo de hombre, pero que es superior tanto a los ángeles como los hombres). Y aunque la notificación de Juan 19: 40, parece ser involuntaria de parte del escritor humano, no por eso deja de ser fidedigna de parte del Espíritu de Elohim.

     Aparte la ejecución del Mesías en el madero, puede que también rompa o revele el sello o misterio, de Revelaciones10: 4. Ya que si se hubiesen descrito "los siete truenos", serían declaraciones que posiblemente estarían correlacionadas, a las siete declaraciones del Ángel de la Nube. Pero de ser así se hubiese dejado al descubierto antes de tiempo; la identidad del misterioso Enviado en la Nube (Daniel 7: 13 al 14). Y es que según la porción de Daniel 12: 9 al 10, los sellos eran para ser rotos, hasta cerca del tiempo de su cumplimiento (Revelaciones 10: 7, 11: 15 al 17, y 16: 17).

     Entonces si así lo quieren considerar para su meditación, "los siete truenos" que no fueron descritos por Juan, bien pueden ser alusiones de los siete clamores en el madero. Y esto porque el Testimonio del Señor Yahshúa; es el Espíritu de la Profecía (Revelaciones 19: 10).

     De tal manera que el mismo Testimonio del Mesías; sin duda apertura todo sello profético, es decir, indudablemente explica todo misterio de "las Escrituras" (Revelaciones 5). Lo cual nos lleva a esta dulce pero amarga realidad relativa (Revelaciones 10: 8 al 11): "Desde que Cristo dijo que todo estaba consumado, al morir en el madero del Gólgota, todas las profecías se cumplieron en un tiempo potencial que es el Kairos" (solo falta que nos alcancen en el tiempo cronológico que es el "cronos").

     Así que no dejemos de estar atentos a la Palabra escrita de nuestro Dios, y levantemos los ojos con esperanza al cielo, porque cada vez falta menos para que venga el Señor en Su Nube.  

¡Saludos y bendiciones!

Jorge Hijo de Lázaro.