Auto-exámen de conciencia.

• Ocho indicadores de que mi mente no esta en el Mesías:
  

 
1.     Un deseo intenso por las cosas que el mundo vende (mi mente en el mundo).

2.     Mi cabeza llena de los ofrecimientos del mundo (el mundo en mi mente).

3.     Este contenido de mi cabeza se desborda por la boca (me hace hablar a tiempo y destiempo de las mercancías del mundo), por los ojos (me hace buscar a tiempo y destiempo con los ojos las mercancías del mundo), y por las manos (me hace buscar a tiempo y destiempo el tocar las mercancías del mundo).

4.     Entonces los deseos del mundo son música para mis oídos, miel a mi lengua, color a mis ojos, seda a mi tacto, perfume a mi nariz, alegría para mi alma, y satisfacción desechable para mi espíritu.

5.     Y entonces mis pies corren en pos de los insaciables deseos del cuerpo.

6.     Y mi alma sufre de hambre y sed por las mercancías del mundo.

7.     Y mi deseo por las cosas del mundo forma fortalezas de sentires, y murallas de pensares que hacen amante del mundo a mi alma.

8.     Por lo tanto mis palabras y acciones hacen eco a los deseos del mundo; deseos de acaparamiento, de egoísmo, y de vanidad.
 

• Ocho indicadores de que mi mente permanece en el Mesías:
  

 
1.     Un deseo intenso por conocer la Palabra escrita de Eloa (mi mente en “la Palabra”).

2.     Mi cabeza llena de la Palabra escrita de Dios (“la Palabra” en mi mente).

3.     Este contenido de mi cabeza se desborda por la boca (me hace hablar a tiempo y destiempo de los bienes eternos), por los ojos (me hace mirar sin codicia a las personas y las cosas), y por las manos (me hace guardar mis manos de contaminarlas con la codicia).

4.     Entonces la Palabra de Eloa es música para mis oídos, miel a mi lengua, color a mis ojos, seda a mi tacto, perfume a mi nariz, alegría para mi alma, y satisfacción permanente para mi espíritu.

5.     Y entonces mis pies corren en pos de Yahshúa, y me llena un gozo no basado en el placer, ni tampoco en la seguridad de la carne (sino basado en la esperanza de las Promesas del Altísimo).

6.     Y mi alma conoce el hambre y la sed, por la Palabra escrita del Eterno.

7.     Y “la Roca” que también es “el Verbo” de Dios; destruye toda fortaleza emocional y cautiva todo pensamiento a Cristo (me liberta de ataduras psicológicas).


8.     Por lo tanto mis palabras y acciones hacen eco a los Deseos del Mesías (deseos de justicia, de misericordia, y de humildad ante Abba).


Paz.

Jorge Hijo de Lázaro.