Último mensaje

Vendrá un día en el que todos recibiremos un mensaje de parte de Dios, será el último mensaje.

A lo largo de nuestra vida cristiana seguramente hemos recibido muchos y variados mensajes. Mensajes de ánimo, de consuelo, de seguridad, de esperanza, de invitación, de advertencia, de correción, de exhortación. Mensajes que el amor de Dios hacia nosotros siempre ha inspirado para nuestro bien.

Pero un día llegará el último, y sabremos que lo es, porque después de aquel mensaje dejará de tener sentido cualquier otro.

No será una promesa ni una profecía, será una declaración en toda regla, una afirmación categórica que marcará un antes y un después definitivo.

Podría se un mensaje en términos similares a los que el profeta Nahum le dio a Judá de parte de Dios:

Batante te he afligido; no te afligiré ya más_Nah. 1. 12

Cuando Dios te diga:

Ya es suficiente, no volverás a ser afligida,

puedes quedar tranquila, su luz te inundará para siempre.

Este tipo de mensaje contrasta con el que Dios dio al apóstol Pablo, él le rogó por tres veces que le quitara la espina que tenía clavada en su cuerpo, lo calificaba como un mensajero de satanás que le atormentaba:

Te basta con mi gracia - le respondió Dios_ pues mi poder se perfecciona en la debilidad_

Pablo comprendió dos cosas en aquella ocasión:

La primera que esta espina no le permitía crecerse en su vanidad, y la segunda, que cuando más débil se sentía, mucho más notable era la intervención del poder de Dios en su vida.

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La primera que esta espina no le permitía crecerse en su vanidad, y la segunda, que cuando más débil se sentía, mucho más notable era la intervención del poder de Dios en su vida.

Es evidente que el mensaje que recibió Pablo, no era su último mensaje.

Unos 25 años antes, un discípulo de Damasco llamado Ananías recibió una revelación referente a Pablo de parte de Dios:

Este hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como a Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.

Ciertamente tenía un camino largo y difícil que recorrer, lleno de sorpresas y de satisfacciones.

Nunca lo recorrió solo, siempre sintió la presencia de Dios con él, y nunca le abandonó la esperanza.

Pero vino un momento en que Pablo escuchó unas palabras que han sido fieles

! Hiciste bien, siervo bueno y fiel ! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más.

!Ven a compartir la felicidad de tu señor !.

No hay encuentro como éste al final del camino, el padre abrazando a su hijo, el señor a su siervo y Dios a su criatura complaciéndose con ella. Para unos fue y será un camino más largo que para otros, más difícil y con más obstáculos que superar, pero lo realmente importante, no es tanto el tipo de camino que uno debe recorrer, sino cómo lo hará. La experiencia vital es mucho más importante que el escenario y el guión, poco importa lo que comes si no lo haces con alegría, menos significativo es donde vives si no puedes sentir paz, y con quien andas el camino si no te relacionas con amor.

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Pablo decía que hay tres cosas importantes:

La fe, la esperanza y el amor.

A través de la fe comienza la relación con el padre, la esperanza mantiene el buen ánimo hasta llegar a su presencia y disfrutar plenamente de él, y el amor convierte el camino en un anticipo de lo que será la futura experiencia con el padre, pues como dice el apóstol Juan

Todo aquel que ama, ha nacido de Dios, y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.

  

Evangélista